Attack on the Pin-Up Boys (Lee Kwon, 2007)

¿Cómo sería una película de ficción protagonizada por Justin Bieber? Pues parecida a la de otras superestrellas del pop adolescente que se han aventurado en el proceloso mundo del séptimo arte, una certera mezcla entre la comedia alocada y la hagiografía. Hubo un momento no tan lejano (aunque lo parece por lo rápido que se suceden las modas en Corea) en el que la banda Super Junior era el equivalente asiático de Justin Bieber, y desataban pasiones tan virulentas como ese inefable niño canadiense que se ha convertido en el yerno ideal de la mitad de las madres del mundo. Si su película se pusiese en marcha, los productores dejarían bien claro desde el principio la imagen que quieren transmitir del artista: la de un joven sano, un poco atolondrado, como cualquier adolescente que se precie, pero básicamente bueno, que cree en Dios, en el amor, en la familia y en todas esas cosas que nos vende el American Way of Life. ¿Cuál es la imagen que de los Super Junior transmite ‘Attack on the Pin-Up Boys‘? Nada que ver con ésta.

‘Attack on the Pin-Up Boys’ comienza como una comedia alocada, pero mucho más destroyer que sus contrapartidas americanas: una parte de los miembros de Super Junior (los Pin-Up boys del título, también llamados Flower Boys o, para entendernos, niños bonitos) son atacados en plena calle con anónimas bolsas de mierda. Dudo que Justin Bieber se dejase retratar con deposiciones chorreándole del pelo, la verdad. Pues bien, el argumento avanza con el temor por parte del resto de los miembros a ser la siguiente víctima del fecal atacante, cuya identidad es un misterio. Los candidatos a convertirse en el próximo objetivo del enigmático enmierdador son a cada cual más peculiar: Kangin, un campeón de taekwondo, Heechul, un as del baile (encarnado absurdamente por el miembro del grupo que menos baila debido a los clavos de su pierna) y Siwon, un estudiante modelo que, además, tiene poderes telepáticos.

La reacción ante la proximidad de su humillación pública pasa del terror a la envidia cuando los Flower Boys que fueron atacados en primer lugar devienen en celebridades después de sobrevivir al trauma de ser embadurnado con heces humanas, todo un logro. La evolución del comportamiento de los Super Junior hace que los percibamos como un grupo de adolescentes mediocres, egotistas, obsesionados por conseguir una fama fácil que no sirve para nada, es un fin en sí misma. Un ejemplo para la juventud coreana no son precisamente, pero sí reflejan al chaval medio de una sociedad ultracompetitiva obsesionada por la notoriedad a cualquier precio. La guionista Park Yeonseon (artífice de otras inquietantes comedias que son más de lo que aparentan, como ‘My Tutor Friend’) sabía que tenía que hacer un panegírico de los Super Junior pero decidió disfrazarlo de metáfora de la problemática de los jóvenes surcoreanos.

Porque, seamos sinceros, ‘Attack on the Pin-Up Boys’ es, al fin y al cabo, una cinta a mayor gloria de los Super Junior, que, a pesar de sus defectos, resultan encantadores y hacen suspirar a su fandom e incluso encandilarán a algun@ que no se incluya en él. Como otros despropósitos creados como vehículo de lucimiento de ídolos pop, ‘Attack on the Pin-Up Boys’ fue un fracaso absoluto en los cines de Corea pero se ha convertido en un título de culto para los fanáticos de la Ola Hallyu, que comprueban con ella la distancia que hay entre las estrellas occidentales y las coreanas, dispuestas a hacer lo que sea por destacar en el sobresaturado mercado de la celebridad, incluso a cubrirse de mierda de la cabeza a los pies.

Nota: 7/10
Lo mejor: el surrealista resultado de mezclar idols, bolsas de excrementos, poderes sobrenaturales y un tipo que va siempre disfrazado de oso panda.

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